El Diario de León publica hoy nuevamente otro dardo Desde el Rubicón de F. Ramos, donde denuncia sin tapujos las incoherencias de la Junta capitaneada por Juanvi . ¿En qué se quedaría la fiesta de Villalar, sin los millones leoneses invertidos por la Junta en su promoción?
DIARIO DE LEÓN
240408
Tribuna política
Desde el Rubicón
Castellano el que no bote
Ya está, ya pasó. Hoy sí que es fiesta en León. Ayer, Villalar, donde un alcalde se inventó un arado-rodillo para matar los topillos, se reunió el rodillo castellano para seguir tratando de aplastar a León. No faltó nadie, incluidos dos leoneses, encabezados por Ángel Villalba, por supuesto, a falta de que alguno más confirme su asistencia y teniendo en cuenta que Miguel Alejo es de Zamora.
Es curioso lo que sucede en esta fiesta, que los castellanos llaman el día de Castilla y León y que pretenden imponer a todos, sobre todo a los leoneses. Es una fiesta en la que la máxima autoridad de la Junta, el presidente Herrera se dedica a pasear, pero no participa en ninguno de los actos centrales: ni en el momento de honrar a los «grandes» comuneros, ni durante la lectura de un manifiesto sectario y que sólo busca mantener el statu quo de Castilla frente a León. Pero es que, apenas hace unos años, el presidente de la Junta ni acudía a esta «gran fiesta de todos», como la llaman ahora los políticos de Castilla. Ahora Herrera ya va y lo hace con el pañuelo morado de Castilla anudado a su cuello; hasta en los pequeños detalles desprecian a León. Todavía hoy se recuerda aquella «gran ocurrencia» que ideó la no menos grande cabeza del insigne Juan José Lucas, cuando quiso llevar la fiesta por todas las provincias y se encontró con el rechazo frontal de León. Ese día murió esa ocurrencia. Va siendo hora ya de acabar con una fiesta, que se paga con dinero público, que es tan engrendo como esta comunidad y para la que han creado una fundación que recauda dinero con el único fin de cambiar hasta la historia de León. Políticos de Castilla, por mucho que se empeñen los montes de León nunca serán castellanos.
Es curioso lo que sucede en esta fiesta, que los castellanos llaman el día de Castilla y León y que pretenden imponer a todos, sobre todo a los leoneses. Es una fiesta en la que la máxima autoridad de la Junta, el presidente Herrera se dedica a pasear, pero no participa en ninguno de los actos centrales: ni en el momento de honrar a los «grandes» comuneros, ni durante la lectura de un manifiesto sectario y que sólo busca mantener el statu quo de Castilla frente a León. Pero es que, apenas hace unos años, el presidente de la Junta ni acudía a esta «gran fiesta de todos», como la llaman ahora los políticos de Castilla. Ahora Herrera ya va y lo hace con el pañuelo morado de Castilla anudado a su cuello; hasta en los pequeños detalles desprecian a León. Todavía hoy se recuerda aquella «gran ocurrencia» que ideó la no menos grande cabeza del insigne Juan José Lucas, cuando quiso llevar la fiesta por todas las provincias y se encontró con el rechazo frontal de León. Ese día murió esa ocurrencia. Va siendo hora ya de acabar con una fiesta, que se paga con dinero público, que es tan engrendo como esta comunidad y para la que han creado una fundación que recauda dinero con el único fin de cambiar hasta la historia de León. Políticos de Castilla, por mucho que se empeñen los montes de León nunca serán castellanos.
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