domingo, 8 de abril de 2007

SAN GLORIO. MANIFIESTO POR ANTONIO LLAMAS

Hace años que vine aquí, a reivindicar el derecho de la Montaña a tener una estación de esquí en San Glorio, y dije aquello de: TODOS TENEMOS UN PASADO DE NIEVE.

Ahora vuelvo para reclamar que el proyecto no se lleve a cabo a espaldas de quienes ponen LA NIEVE.

Hay un cantar en el alto Torío, una jota de la Mediana, que, en una de sus estrofas dice: Lavandera y Genicera, son dos pueblos industriales/ uno pone las ovejas y el otro los sementales.

No queremos poner nosotros la nieve y también los valles, para que los accesos y los hoteles se encuentren en terreno de Palencia. Porque el negocio del esquí sabemos que no reside en lo que pagan los que se deslizan por ella, sino en las infraestructuras que los rodean.

Se trataba de impedir la muerte de la Montaña, que ha soportado ya demasiadas agresiones: pantanos, líneas de alta tensión, abandono de comunicaciones y de patrimonio, y que ha pagado un alto precio en despoblación y en abandono. No de enriquecer, a su costa, a los inversores foráneos.

Hoy vuelvo, como hijo del Padre Esla, a reivindicar que las cosas se hagan como deben hacerse y no como lo planifiquen los especuladores inmobiliarios, amparados por la Junta.

Son los trucos de los políticos. En el sitio donde ahora vivo, la montaña Central, está ocurriendo lo mismo. Embaucadores sin escrúpulos se han permitido la osadía de modificar hasta la historia, deshaciendo comarcas y haciéndolas a su medida, metiéndoles un gol hasta a los de la UNESCO.

Basta de promesas trampa. ¿Por qué nosotros hemos de poner siempre las ovejas? Ellos ponen la razón de estado, el interés nacional, el interés regional, la falsa solidaridad y los beneficios para todos; pero nosotros ponemos nuestras vidas.

Nosotros, en cambio, hemos de poner lo único que tenemos: el agua, el paisaje, la nieve y los bosques. Y no mandamos ni en nuestra casa. No lo hacemos porque somos pocos y, tal vez, demasiado cobardes. Porque, a la hora de gritar, estamos roncos y afectados de una afonía endémica.

¿Quieren que les regalemos también nuestra historia? Ya nos la están robando. ¿Quieren el agua? Ya se la llevaron a Castilla ¿Quieren nuestros osos? Ya nos los están matando ¿Quieren nuestros hijos? Ya se fueron casi todos, a guardar ovejas a los Estados Unidos, a los altos hornos de Vizcaya, a las fábricas de Cataluña y a media Europa.

Ya casi no nos queda nada más que el orgullo y también lo quieren

UNA VEZ MAS NOS LLAMAN PARA QUE CORRAMOS EN AUXILIO DE LOS VENCEDORES. ¿Será verdad aquello del Evangelio que: al que tiene mucho se le dará más y al que tiene poco hasta eso se le quitará?

Pronto podremos cantar, imitando al difunto Carlos Cano, el cantautor andaluz al que le recompusieron el corazón en un hospital de Norteamérica, y que cantaba aquello de nací en Nueva York, provincia de Granada: Nosotros cantaremos: NACIMOS EN SAN GLORIO, PROVINCIA DE PALENCIA.

Y en vez de ir a Riaño, a Boñar a Cistierna, o a Sabero, para comprarnos las madreñas, habremos de viajar hasta Guardo y hasta Cervera.

¿Qué es lo que tienen estos centros palentinos que no tengamos nosotros? Tienen buenas comunicaciones. Ahí está la trampa: PRIMERO TE DEJO SOLO, Y DESPUES TE ACUSO DE INSOLIDARIO Y DE MOHINO Y RETRAIDO. TE NIEGO LO QUE TE DEBO Y DESPUES TE ACUSO DE QUE NO TIENES DONDE CAERTE MUERTO.

Estos, como decía mi madre, PARECEN DE LA UÑA Y VAN PARA GUARDO.

Palencia ha desarrollado sus proyectos de estaciones de esquí sin necesidad de socios capitalistas forasteros. Pero a nosotros nos exigen hacer como el sastre de Campillo, QUE COSÍA DE BALDE Y TAMBIEN PONÍA EL HILO.

Así ellos crecen y nosotros menguamos, ellos se desarrollan y nosotros vamos para abajo, ellos se repueblan y nosotros nos despoblamos. No hay más que ver las estadísticas poblacionales.

Amigos. Hay que plantarse ya y decirles a los políticos: HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO. Si no sabéis hacerlo mejor, marchaos, pero no nos robéis lo poco que tenemos.

Tendremos que aprender a vivir de acuerdo con aquel axioma que me enseñó mi padre, que era labrador pobre, y que publiqué en un libro de hace tiempo: TENGO DOS PESETAS, ME GASTO TRES, LA QUE ME QUEDA PARA LA VEJEZ.

Muchas gracias y gritad conmigo: LA NIEVE PARA QUIEN LA SOPORTA.

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