EL VOTO INÚTIL
Próxima ya la recta final en la carrera electoral, unos y otros se esfuerzan en convencernos de la necesidad de aunar voluntades entorno a una única idea, como único remedio ante la peligrosa diversidad. Lo peor es que por distintos temores son muchos los que se dejan engañar por ésta artimaña que sólo beneficia a sus promotores. Desde luego lo que no cabe duda es que el juego de las mayorías no aporta ventajas a una región como la leonesa que año tras año se ve postergada a los últimos puestos en cuanto a prosperidad y desarrollo, por mucho que los distintos responsables, autonómicos y estatales, se dediquen a maquillar sus respectivas cifras.
Por motivos que se me escapan, una convocatoria tras otra, los electores leoneses se empeñan en perpetuar a León anclada en una estrategia de poderes distantes, que lejos de beneficiarla, la postergan cada vez más. Los que sustentan este voto continuista y bipolar, se aprovechan de un falso sentimiento patriótico de fuerte raíz castellana, según el cual, sólo desde la unidad monolítica del pensamiento (lingüístico, cultural, político, administrativo, religioso,…) se sustenta la unidad de la que se supone que debería ser la patria común de lo que un buen día vino a denominarse España. Por el contrario la tradición secular leonesa, basa sus principios, en una idea de unidad fundamentada en el respeto a la diversidad de los distintos pueblos peninsulares y europeos, desde los tiempos de Alfonso VII, rex imperator.
Siglos de dominación castellana aparte de acarrear el retroceso cultural y económico del antiguo Reino de León, han imbuido esa idea en los leoneses, que a diferencia de otros pueblos peninsulares, ven en la reivindicación de lo propio un ataque a la nación. Se critica a vascos, catalanes, gallegos, navarros, entre otros, por defender a ultranza lo suyo, mientras observamos impávidos el deterioro de todo lo nuestro, y como la tierra heredada de nuestros mayores va quedando yerma de juventud y expectativas. Entre tanto la Castilla de siempre, rancia y cicatera, engorda con nuestros vástagos y expolia nuestros recursos. Nos conformamos con ser ciudadanos de segunda y criticamos a los que día a día luchan por aspirar a ser ciudadanos de primera, no sin dejar entrever una insana envidia. Culpamos a estos otros "patriotas" de todos nuestros males, sin pararnos a pensar quién se está beneficiando con nuestra desgracia.
Pero no toda la culpa es nuestra. Tenemos unos representantes políticos indignos, tanto en los partidos mayoritarios, como en las fuerzas pretendidamente regionales. Unos y otros nos han defraudado una y otra vez, con sus incumplimientos, con son su ineficacia y con su incapacidad por mejorar las perspectivas de futuro de los leoneses. Además son un claro ejemplo de lo que es plegarse ante la realidad por diferentes intereses bastardos y casi siempre ajenos a nuestro territorio. Los llamados nacionalismos periféricos, aparte de sus errores programáticos, han sabido siempre trabajar por y para sus electores por encima de otras consideraciones, consiguiendo mejorar la calidad de vida y aún más importante aumentar la autoestima de los votantes. Mientras nuestros políticos de tercera categoría, viven por y para sus respectivos partidos, olvidándose de servir a los administrados y menoscabando el orgullo de todo un pueblo.
La estrategia de confrontación de los partidos minoritarios casi siempre resulta beneficiosa para todos, porque de la necesidad del acuerdo surge la oferta de servicios e inversiones, y de ello tenemos sobrados ejemplos cuando los partidos estatales han necesitado los votos nacionalistas para gobernar, lo cual siempre ha redundado en un claro beneficio para sus respectivos territorios. Más próximos a nuestra realidad, a nadie se le escapa, que a pesar del escaso peso político de los partidos leonesistas, los distintos pactos que han forzado, se han traducido en obras y gastos en León que de otra manera habrían tardado muchos más años en llevarse a cabo en el mejor de los casos. Privados de una estructura autonómica propia que nos permita regir nuestro propio futuro, una representación parlamentaria independiente de los grandes partidos, facilitaría aún más esa estrategia de negociación, favoreciendo la obtención de recursos que hasta el momento son desviados de forma sistemática, por el sesgo autonómico que padecemos. Una voz auténticamente legitimada en el parlamento nacional, facilitaría la reivindicación de nuestros verdaderos problemas y necesidades, y abriría un camino hacia una recuperación de unos valores que nos son propios y que ahora nadie defiende en nuestro nombre. Los leoneses tenemos la oportunidad de variar el rumbo de nuestra deriva, recuperando un destino que nunca debimos perder, volviendo a ser protagonistas de nuestra propia historia. Debemos ser conscientes de que el verdadero voto útil es el que sólo sirve a nuestros intereses, y éste está una vez más en nuestras manos.
2 comentarios:
El problema no es Castilla, los burgaleses están también descontentos. El problema es Valladolid, que está robando los recursos tanto a León como a Castilla (la vieja) y sólo se favorece ella misma y a Palencia, por proximidad.
¿Porqué? porque ellos sí son castellanos-leoneses, esta comunidad existe para fortalecer a Pucela. Los castellanos (los auténticos castellanos, los de Burgos, Soria, ...) están también a verlas venir, Burgos es la capital castellana y no Valladolid.
Echar la culpa de todo a Castilla no es la solución, los castellanos, te duela o no, son un pueblo hermano. Hay otro pueblo hermano, repito, que se está beneficiando más que la propia Castilla de la existencia de esta comunidad.
Un leonés, mitad de Almanza, mitad de la ribera del Órbigo ;)
Los castellanos que callan, consienten y se benefician de esta situación también son parte del problema. Posiciones como las de Tierra Comunera que de forma sistemática pretenden ignorar lo leonés amparados en un colonialismo castellano expansionista también contribuyen. Desde L´ASTIELLA sólo veriamos como positivos aquellos movimientos castellanistas que respeten la identidad leonesa y sean favorables a la excisión de esta macrocomunidad. Todas las demás apreciaciones sobre castellanos buenos y malos son baladís.Sólo estos castellanos excisionistas merecerían nuestro respeto.
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