Parece mentira que el PSOE le siga el juego a la derecha más extrema que existe en el Estado español y que tiene su epicentro en tierras castellanas. El Partido Popular castellano, y la sucursal que tiene abierta en tierras leonesas, es lógico que defiendan con uñas y dientes la sumisión de los leoneses a la oligarquía castellana, puesto que el statu quo autonómico es la fuente de la que beben. Paralelamente, un PSCL vilipendiado por las urnas, un PSCL en el que nadie cree como proyecto, un PSCL abocado a la oposición eterna. ¿Por qué les sigue el juego? ¿Tal vez por falta de aspiraciones a nada que no sea una tranquila oposición en ese cementerio de elefantes en que se ha convertido las Cortes situadas en Valladolid? ¿Tal vez por un absoluto entreguismo a los dictados de la derecha vallisoletana y carencia absoluta de objetivos propios? ¿Tal vez porque no pretenden luchar por un modelo de progreso para el País Leonés y prefieren entregar a la derecha castellana cualquier tipo de posibilidad de futuro para esta tierra?
Sea cual sea la respuesta, nuevamente el poder situado en Valladolid, y en concreto el PSCL, han pisoteado las expectativas de los leoneses y especialmente las de los progresistas leoneses. Resulta triste comprobar cómo de nuevo, por falta de valentía y de coraje de algunos que dicen ser leoneses, vamos a perder otros veinte años de progreso y desarrollo hasta que se produzca una nueva reforma estatutaria. Resulta triste comprobar cómo para que la derecha más extrema del Estado español no patalee y proteste por perder sus privilegios y prebendas, los que dicen ser «progresistas» callan y ceden. Resulta muy triste que un presidente del Gobierno nacido en Valladolid pero criado en León haga oídos sordos ante el clamor de la que él denomina «su tierra», pero a la que niega el pan y la sal, convirtiéndola no en un territorio que recobra su dignidad administrativa, sino en una mera provincia.
Si aún queda un ápice de dignidad en el Partido Socialista Leonés, si aún queda un poco de orgullo en los 'populares' leoneses, deberían plantearse el modificar este estatuto para conseguir unos mínimos irrenunciables que saben que son necesarios para nuestro progreso, para mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos, para que el Reino de León no se desvanezca veinte años más como un azucarillo.
En primer lugar es necesario reconocer la territorialidad en esta Comunidad Autónoma. La «y» separa León de Castilla, y el articulado debiera indicar que esta Comunidad Autónoma está compuesta por las provincias leonesas de León, Salamanca y Zamora y las castellanas de Ávila, Burgos, Palencia, Segovia, Soria y Valladolid. De esta manera quedaría plasmado en el estatuto lo que es una auténtica obviedad. Los territorios que integran esta autonomía y su adscripción a cada uno de los dos pueblos que la conforman.
En segundo lugar es necesario reconocer el derecho de los leoneses a disponer de un Consejo General del Reino de León como órgano administrativo, con competencias en materias como la educación, la cultura, el turismo o la ordenación territorial, y como administración propia de los leoneses ante España y ante Europa. Este Consejo General del Reino de León es el único instrumento que nos garantizaría la igualdad presupuestaria, la capacidad de autogobierno y la posibilidad de decidir en qué se gastan nuestros impuestos. Todo lo demás son brindis al Sol y cualquier presencia en el preámbulo no sirve de nada si ello no tiene una proyección de cara al futuro en forma de instrumentos de autogobierno para el País Leonés en el articulado estatutario.
Por último, en un estado democrático, en la España de las autonomías, en la España de la nación catalana y de la realidad nacional andaluza que apoyan PP y PSOE, la nación leonesa, o la realidad nacional leonesa (¿alguno se considera menos que un catalán o un andaluz?) tiene que contar en el articulado estatutario con la posibilidad real de conformar una comunidad autónoma (como ya disponen de ella La Rioja, Murcia, Cantabria, Asturias...).
Todo lo demás, señores diputados y senadores leoneses, sería, sin lugar a dudas, traicionar los deseos de este pueblo, refrendados por sus instituciones, de lograr el reconocimiento político e institucional que nos merecemos y que es necesario para garantizar el progreso de este país.
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