Los documentos medievales auténticos demuestran que la realidad es muy distinta a como se cuenta. El año 910 nace el Reino de León con García I como continuación del Reino de Oviedo, mientras Castilla aparece en la historia como un condado dentro del Reino de León. En el siglo XI, Fernando I eleva el condado de Castilla a la categoría de Reino, pero dentro de la Corona Imperial de León, así consta en las crónicas medievales.
Todo cambió radicalmente a la muerte del Rey de León y Emperador de España Alfonso VII el año 1157. Si ya el año 1143 Alfonso VII reconoció la independencia de Portugal, que era parte del Reino de León, a su muerte, Alfonso VII divide el Imperio Leonés en dos Reinos: León y Castilla. Así pues, el Imperio Leonés queda dividido el año 1157 en tres reinos independientes entre si. Si hasta este momento, los reyes de León firmaban los documentos oficiales como rey de España, a partir de ese año 1157, ningún rey vuelve a firmar como rey de España hasta la llegada de Carlos I.
Desde el año 1157 hasta el año 1230 León y Castilla tienen reyes propios privativos. No hay la menor duda de que ambos reinos son plenamente independientes el uno del otro. Ese año 1230 ocurre otra circunstancia especial: la muerte del último rey privativo de León: Alfonso IX. Este rey había dejado en el testamento que los herederos al Trono de León tenían que ser sus hijas mayores Sancha y Dulce en ese mismo orden. Sin embargo, el testamento no se cumplió. Después de largas negociaciones, se llegó al acuerdo de que el heredero al Trono de León debía ser Fernando, un hijo nacido del segundo matrimonio de Alfonso IX. Fernando III el Santo era leonés. Había sido educado en su infancia en Galicia como todos los infantes leoneses y posteriormente por su propio padre, Alfonso IX, de quien heredó sus virtudes y su coraje.
Cuando Fernando III fue ungido como Rey de León, ya era entonces Rey de Castilla por lo que unió en su Trono dos Coronas: la Corona de León y la Corona de Castilla.
Es cierto que a partir de la muerte de Alfonso IX en 1230 la ciudad de León dejó de ser Corte de los Reyes. Sin embargo, León conservó su antigua autoridad y prerrogativas. Otro tanto le pasó a Burgos, capital de Castilla. Así lo cuenta el gran investigador de Historia Medieval, el castellano Manuel Risco. También es verdad que Castilla no ejerció influencia en las nuevas tierras reconquistadas, sino que cedió preponderancia primero a Toledo y luego a Sevilla, estableciéndose en esta ciudad la Corte de los Reyes. Así lo reconoce el historiador Ramón Menéndez Pidal.
A partir del año 1230 hasta el año 1504, fecha de la muerte de Isabel la Católica, los Reinos de León y de Castilla, así como los demás reinos peninsulares mantuvieron plena independencia los unos de los otros. Hubo unidad de poder en un solo Rey, pero no se produjo la unidad de territorios. Eran unos reinos taifas con un mismo rey común para todos. Existen cientos de documentos que lo demuestra. He aquí algunos de esos documentos (el lector que desee más información, le recomiendo mi libro León en la Época más confusa de la Historia de España, 1230-1504):
1º-Fernando III ordenó la implantación oficial de las leyes leonesas del Fuero Juzgo para la administración territorial de los reinos, incluso en Toledo y Andalucía. Por ello, se puede asegurar que las estructuras políticas, sociales y económicas de los reinos tienen sus raíces en la tradición leonesa, continuadora de la visigoda, con las sucesivas modificaciones en los reinados a partir de Alfonso X, lo que demuestra que las nuevas tierras reconquistadas fueron leonesizadas, no castellanizadas. Asimismo, Fernando III puso al frente de los reinos históricos a los merinos Mayores, que, a partir del año 1258, se llaman adelantados mayores.
2º- En tiempos de Alfonso X fue creado el Consejo Real que restablece el título de merino mayor con la creación de dos Cancillerías, una para León y otra para Castilla. Estos cargos eran desempeñados por los arzobispos de Santiago para León y el de Toledo para Castilla. Fueron creadas también dos notarías una para León y la otra para Castilla. Estas notarías eran ocupadas por clérigos con gran preparación intelectual.
3º- En los documentos medievales oficiales el nombre del reino que seguía al nombre del rey era condicionado al lugar donde iba el documento. En el caso de que el documento fuera dirigido a territorio del Reino de León como Asturias o Galicia, por ejemplo, figuraba siempre el nombre de León en primer lugar.
4º- Las Cortes de León y las Cortes de Castilla eran convocadas en fechas distintas y en ciudades distintas. A veces en la misma ciudad, pero siempre con escribanos y con notarios distintos. Las actas de las Cortes están escritas en lenguas distintas: las actas de las Cortes de León están escritas en leonés para León y en gallego para Galicia En cambio, las actas de las Cortes de Castilla están escritas en castellano.
5º- La convocatoria de Cortes separadas no fue un capricho de los leoneses. Cuentan los cronistas medievales que los castellanos se opusieron a que sus Cortes se convocaran juntas con las de León porque los castellanos tenían miedo de que los procuradores leoneses propusieran mociones que perjudicaran a Castilla.
6º- Después del Ordenamiento de Alcalá el año 1348, se instituyeron cuatro Notarios Mayores para los cuatro Reinos: León, Castilla, Toledo y Andalucía. Un dato muy importante: la división administrativa respetaba los límites geográficos del siglo X entre León y Castilla.
7º- Toda la documentación medieval está llena de frases que demuestran claramente que los reinos eran independientes entre sí. En el libro Setenario de Alfonso X está escrito «Sevilla la mayor ciudad de todos los reinos». En 1277 Alfonso X dirigió una carta a los omes buenos del regno de León» En las Cortes de 1368 se decide que los alcaldes del Reino de León tenían que ser leoneses y los del Reino de Castilla, castellanos. Al hacer testamento Isabel I dejó escrito «dejo mis reinos…».
8º- Los Reyes Católicos respetaron escrupulosamente las fronteras tradicionales de los Reinos originarios de los antiguos Reinos de la Edad Media. Los Reyes Católicos respetaron también los símbolos del escudo heráldico de los viejos Reinos. El león representaba a todos los territorios del Reino de León (Asturias, Extremadura, Galicia y León). El castillo representaba a la propia Castilla y a las Vascongadas, que siempre fue una parte de Castilla.
En resumen, la unión de los Reinos de León y de Castilla en la persona de Fernando III produjo la fusión de poder, pero no produjo la fusión de los pueblos leonés y castellano, ni de sus identidades, ni tampoco la unidad de territorio. Había razones históricas y prácticas, así como diferencias muy acusadas que aconsejaban distinguir entre uno y otro territorio."