lunes, 7 de mayo de 2007

REINO DE ESCOCIA Y REINO DE LEÓN

Bandera Real Escocesa ¿os recuerda algo?

Abel Pardo escribe hoy en la sección Opinión de la Crónica de León, sobre la historia reciente de Escocia y deja ver paralelismos con la historia del País Leonés y las posiciones de las diferentes fuerzas políticas.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Opinión de la Crónica de León del 070507
Escocia y León: un futuro con capacidad para decidir

Los escoceses, uno de los pueblos con una identidad más fuerte de Europa, han celebrado recientemente las elecciones al Parlamento de Edimburgo. La victoria de los nacionalistas del SNP de Alex Salmond que siempre habían apostado por la 'Devolution', ha propiciado un giro político en el que, tras años de dura lucha, Escocia confía a los partidos escoceses la posibilidad de regir los destinos de su propia tierra, independientemente de las decisiones que se han marcado tradicionalmente desde Londres.

El proceso para lograr que Escocia recuperara sus instituciones de autogobierno ha sido duro, largo y difícil. Tras la firma de la unión con Inglaterra en 1707, no sin sobornos, prebendas y oposición por una parte importante de escoceses, se disolvió su parlamento y se creó el Reino de Gran Bretaña. Ello supuso de facto, que desde compartir monarca desde hacía un siglo, los dos territorios convergían en un único estado.

Los leoneses sufrimos un proceso similar. En primer lugar, a pesar de ser consideradas naciones diferentes a todos los efectos, leoneses y castellanos comenzamos por compartir monarca (no sin fuerte oposición por parte leonesa), hasta que en el siglo XIV y sólo por recelos frente a la actitud de los castellanos, comenzó la convergencia hacia la constitución de unas instituciones comunes, moneda común y legislación común. Los leoneses habíamos sido uno de los países más importantes de la Europa Medieval, aquí nació el parlamentarismo, leyes que hoy se consideran avanzadísimas para su tiempo en todos los ámbitos, se dio voz al pueblo, se logró una alta calidad de vida y después de la pérdida de la independencia, comenzó nuestro declive.

Escocia y León mantuvieron sus señas de identidad propias, su lengua, sus tradiciones y su orgullo por mantener viva una fuerte idiosincracia. La pérdida de la capacidad de gobernarse a sí mismos no restó ni un ápice de sentirse formar parte de pueblos milenarios con culturas diferenciadas de las de sus vecinos.

Hace diez años un referéndum determinó que Escocia recuperaba su Parlamento, su capacidad para recaudar impuestos y lograban una de las mayores cuotas de autogobierno en la Unión Europea. Disponen de selecciones nacionales en deportes como rugby o fútbol, disponen del Royal Bank of Scotland, legislan en sanidad, pensiones, agricultura, cultura y materias como educación, lengua, planificación y desarrollo económico, y partiendo de una economía rica basada en el petróleo del mar del norte, se empiezan a plantear un gobierno nacionalista y un nuevo tratado con el Reino Unido.

El Parlamento escocés dispone de un primer ministro, Fiscal General, Procurador General y obviamente de un Ejecutivo formado por ministros. Todo ello fue aprobado en referéndum con casi tres de cada cuatro votantes a favor y el beneplácito de las propias instituciones británicas hace diez años, reina incluida. El partido que se atrevió a devolver desde Londres a los escoceses su capacidad de decidir, su capacidad de recuperar su orgullo como nación a través de instituciones propias, fue el Partido Laborista de Tony Blair. Su victoria en Escocia fue arrolladora y su empuje como primer ministro británico se mantiene hasta hoy. Los conservadores, que siempre estuvieron frenando el proceso fueron borrados del mapa electoral.

Los leoneses pedimos la creación de nuestras propias instituciones, que deberían comenzar con la constitución de un Consejo General del Reino de León, dotado de competencias y partidas presupuestarias, capaz de decidir sobre materias que nos afectan únicamente a los leoneses, aún manteniendo temporalmente el actual mapa autonómico. Posteriormente, un referéndum, como el propuesto en Escocia, debería decidir si los leoneses deseamos una autonomía propia, el grado de competencias y materias asumibles y nuestro techo competencial, dentro del respeto absoluto a la legislación vigente y la Constitución Española, que en este momento lo permite.

Y mientras tanto, el Partido Socialista Leonés, en lugar de proponernos un futuro con instituciones propias, con competencias y con capacidad de decidir, nos vende cortinas de humo, nos impide tener instituciones propias y nos propone «celebraciones del pasado» como «su leonesismo».

Nosotros, orgullosos de ese pasado, queremos futuro. Un futuro en el que, como cuando el Reino de León era un país soberano, fuimos una potencia europea que tenía su destino en sus manos. Queremos volver a ser lo que fuimos, no simplemente recordarlo, queremos gobernarnos para mejorar nuestra calidad de vida y seguir siendo leoneses con orgullo, con instituciones propias, y con políticas propias.

El himno escocés, 'Flower of Scotland', tiene un párrafo muy interesante recordando su pasado, pero también su futuro, que alguno debería aplicarse: «Those days are past now, and in the past they must remain, but we can still rise now, and be the nation again».

Abel Pardo Fernández, postgrado de especialista universitario en Ceremonial y Protocolo